Descubre la cara B del municipio de Sant Antoni

ant Antoni es un destino elegido por miles de visitantes cada año. La oferta turística asociada al verano es un potente reclamo y se vive con intensidad durante la temporada alta. Pero, acabada ésta, Sant Antoni sigue sorprendiendo al visitante y a los propios residentes con un extraordinario abanico de propuestas, una buena cantidad de ellas asociadas al entorno natural y a multitud de actividades al aire libre. Y es que en invierno el contacto con la naturaleza se intensifica si cabe aún más, siendo el momento ideal para desconectar y disfrutar plenamente del cautivador paisaje del municipio. Es lo que podríamos llamar la cara B de Sant Antoni, que se plasma de muchas maneras.

El clima suave, incluso en invierno, es ideal para quienes se animan a realizar alguna de las rutas de senderismo que recorren la costa y el interior. En su mayoría son aptas para todos los públicos y no precisan de una preparación especial. La ruta de Cala Gració, por ejemplo, es realmente sencilla de realizar y permite redescubrir el tramo de litoral que se extiende desde Caló des Moro hasta la cala, visitando el Aquarium Cap Blanc. Otra ruta urbana llevará al caminante por la zona de Ses Variades hasta Sa Punta des Molí y se puede extender hasta otros puntos de interés como el faro de Ses Coves Blanques, hoy sala de exposiciones, la iglesia o la capilla que se asienta en la cima de sa Talaia, con bonitas vistas a toda la bahía.
Los más entrenados tienen la ruta por Cala Salada y la siempre espectacular Punta Galera, con 12 km de recorrido o las rutas de interior, como las que nos llevarán por el Pla de Sant Mateu y el Pla de Corona respectivamente. Senderos y caminos nos aguardan para desvelarnos todo el encanto del Sant Antoni más auténtico y natural.

Quien desee sumarse a caminatas organizadas tiene a su alcance las distintas convocatorias de Nordic Walking que se han programado para los meses de invierno. Así, por ejemplo, están previstas marchas con salidas desde Buscastell, Can Bonet, Sa Talaia, Santa Agnès de Corona o Can Tomàs. El ayuntamiento pone a disposición de los participantes los bastones de marcha nórdica (hasta agotar existencias), que serán repartidos media hora antes del inicio de la marcha. Una ocasión única de respirar aire puro y compartir experiencias.
Puedes ver todas las rutas programadas aquí
La temporada invernal también es perfecta para los amantes del ciclismo. Sant Antoni alberga un sinfín de caminos y pistas perfectas para la práctica del mountain bike, y una completa red de pequeñas carreteras que recorren parajes pintorescos que harán las delicias de los ciclistas de asfalto. En cualquier caso, tanto los practicantes ocasionales, como los aficionados y los más expertos tienen ante sí una completa oferta de planes y opciones.
Para quien no tenga bicicleta la solución ideal es alquilarla y dejarse llevar por cualquiera de las muchas rutas preconfiguradas. Hay empresas que alquilan bicicletas de montaña, de carretera o eléctricas y que, además, proponen recorridos que se adentran en el lado más rural y natural del municipio como la que nos lleva por Es Broll, un encantador rincón donde el agua dulce es la gran protagonista, Sant Mateu y Santa Agnès.

El invierno también es tiempo de bajar el ritmo y disfrutar pausadamente del transcurrir del tiempo, de los cambios de luz y de color, y de los miles de matices que el campo regala a la vista de quien sabe contemplar. Para ello siempre es buena idea tener presentes rincones tan bellos como el Pla de Corona, donde la naturaleza brilla en todo su esplendor. Es el paisaje rural por excelencia. Una planicie agrícola salpicada de pequeñas construcciones típicamente payesas, que se asientan sobre una fértil tierra roja en la que crecen cientos de almendros y algarrobos.
En época de floración de los primeros, el observador creerá estar contemplando un campo nevado por el blanco deslumbrante de las flores. El Pla de Corona se puede recorrer tranquilamente a pie, completando un círculo que tiene como punto de partida la encantadora iglesia de Sant Agnès. De gruesos muros encalados y proporciones comedidas cuenta en su haber, como dato curioso, los techos más bajos de todas las iglesias de la isla.
Tomando un pequeño desvío de la carretera que bordea la extensión agrícola, en el lado más próximo a la costa, podemos llegar a la zona de acantilados y disfrutar de vistas espectaculares como la que nos ofrece Sa Penya Esbarrada, cuyo sendero bordea los restos de una antigua y solitaria morada árabe.



La zona también nos ofrece una interesante propuesta gastronómica. Frente a la plazoleta que preside la pequeña iglesia tenemos un establecimiento cargado de historia: Can Cosmi. Abrió en 1951 como un colmado y hoy mantiene todo su carácter también como bar-restaurante. Su tortilla de patatas es mítica.

Al otro lado de la carretera tenemos otro restaurante veterano, Sa Palmera, que ofrece platos variados de corte mediterráneo, casero y platos locales y unos jardines de lo más agradables, ideales para agradables sobremesas al sol.
Quienes quieran añadir a la receta unas vistas extraordinarias sobre el mar deben acudir al restaurante las Puertas del Cielo (Can Jordi). Ubicado casi al borde del acantilado, es el punto de partida para ir al mirador de sa Penya Esbarrada. Pero, incluso sin desplazarse, el comensal puede disfrutar de unas vistas incomparables a los islotes de Ses Margalides mientras disfruta de platos tan ibicencos como la frita de pulpo o un buen arroz, además de carnes y pescados.
